Era una cancha de fútbol, amplia, de arena, frente a una escuela primaria. Allí se habían dado cita, el viernes a medio día, agricultores y el cartel de La Familia Michoacana. El encuentro, en Texcaltitlán, al sur del Estado de México, lo tenían preparado desde la jornada anterior. Había un único punto del día: la extorsión. El grupo criminal exigía a los comuneros el pago de una cuota por cada metro cuadrado de sus campos de haba y chícharos. Ellos se negaban. Este año la cosecha había sido mala. Lo que pasó después fue la masacre: 14 muertos y siete heridos, a disparos, machetazos, a palos, frente a los móviles que grababan el último ejemplo de la violencia a la que el Gobierno mexicano no logra poner fin.
Hay una historia larga antes de llegar a este campo de batalla. Hace años que la población de Texcaltitlán, la puerta a la región de Tierra Caliente, vive bajo las reglas del cartel. Allí manda el horror de la Familia Michoacana, un longevo grupo cuyos presuntos líderes, los hermanos Hurtado Olascoaga, son los criminales más buscados de la Fiscalía del Estado de México, con quienes mantienen una guerra sin cuartel.
Cada año hay un recordatorio de que no hay tregua en la región. El 18 de marzo de 2021, el cartel asesinó a 13 agentes —ocho de la Secretaría de Seguridad y cinco de la Fiscalía— en una emboscada en el municipio vecino de Coatepec Harinas. No sobrevivió ningún miembro del operativo. En diciembre de 2022, un enfrentamiento a balazos en Texcaltitlán acabó con la vida de 11 presuntos miembros del grupo criminal y de su mono vestido de militar. En medio de la violencia, los ciudadanos.
“El municipio de Texcaltitlán está cansado de tanta extorsión, que violen nuestros derechos, de solo ver y callar por miedo a que se lleven a nuestros familiares, los maten o los obliguen a trabajar para ellos, todos los campesinos están cansados de pagar cuotas, cansados de ver cómo el crimen, Familia Michoacana y el encargado del mismo (Don Payaso), se pasea con camionetas y hombres armados, intimidando a la población”, dice una publicación reciente de un grupo de vecinos. La misma historia está recogida en las investigaciones de la Fiscalía, que reconoce que desde 2017 el cartel cobra cuota “a los ejidatarios, aserraderos, carniceros, minas y comerciantes” y, si no pagan, “son secuestrados y en muchos casos, ejecutados”.
En este escenario, algunos pobladores de Texcapilla, una comunidad de Texcaltitlán, tuvieron el jueves por la noche una reunión con el crimen organizado, en la que estos les cobraban el derecho de piso anual. “Ese día no llegaron a un acuerdo y los volvieron a citar el viernes a las 12 del día, en el campo de fútbol”, dijo un vecino a Foro TV. El conflicto estaba en que la Familia Michoacana querían cobrar un peso por metro, dijo este vecino. Quien tenga una hectárea paga 10.000 pesos al año, unos 500 dólares; pero quien tenga tres, son 30.000 (1.500 dólares), en una región pobre que sobrevive gracias a la siembra.
Poco antes de la masacre, se unieron agricultores de varias comunidades —Texcapilla, Palomillas, Llano Grande, Santa María— y decidieron que no iban a pagar. “Dijimos que no íbamos a pagar y ellos vinieron con la idea de matar al pueblo”, cuenta ese agricultor.
A las 12.14 horas se registró la primera llamada al servicio de emergencias. Un vecino avisaba al 911 de que personas que circulaban a bordo de una camioneta estaban detonando armas de fuego frente a la escuela primaria Miguel Hidalgo. Ahí está el campo de fútbol, en el centro de un municipio deslavazado, atravesado por campos de cultivo. Lo que se observa en un video de más de dos minutos grabado desde una vivienda es un encuentro de varias decenas de personas. Algunas dentro de coches, muchas con sombrero. Y de repente, los balazos.
Los primeros reportes apuntan que el cartel abrió fuego contra los agricultores en mitad de la discusión. Estos respondieron: algunos tenían escopetas, otros palos y machetes. Las imágenes recogen cómo los agricultores agarran a uno de los sicarios, vestido de rojo y con el pelo rubio, y lo apalean hasta que ya no se mueve. En total fueron 10 los presuntos miembros del cartel asesinados. Cuatro, los agricultores.
A las 14.50 horas, la Fiscalía abrió una carpeta de investigación por el ingreso de cinco lesionados por arma de fuego a un hospital en Texcapilla. Otros dos lesionados, aparentemente miembros del grupo criminal, fueron sustraídos del hospital donde los estaban atendiendo por un grupo armado, según la investigación. A las 15.20 horas llegaron los elementos de seguridad al campo de fútbol, donde estaba también un vehículo calcinado con tres cuerpos dentro. Unos minutos después, entraron los paramédicos. A las 19.00 horas, el Gobierno del Estado de México inició una mesa de crisis.
Entre los fallecidos está el presunto líder de la Familia Michoacana en el Estado de México, Rigoberto de la Sancha Santillán, alias Payaso, según el fiscal del Estado, José Luis Cervantes. El funcionario no ha dado más nombres, pero ha señalado que otros dos fallecidos eran “sicarios de alto o mediano nivel”. “Esta célula criminal tiene un antecedente directo con la acción del 18 de marzo de 2021, en Coatepec de Harinas, donde perdieron la vida 13 elementos de seguridad”, ha relacionado Cervantes, que ha acusado a De la Sancha de dirigir la emboscada contra los agentes. “Contaba con orden de aprehensión”, ha apuntado.
También murió en el enfrentamiento uno de los líderes comuneros más respetados de Texcaltitlán: Noé Olivares Alpízar, a quien en las redes sociales se le recuerda: “Sin duda serás recordado como los grandes, reuniste a la gente trabajadora y honesta de tu pueblo, tal como lo hizo alguna vez Miguel Hidalgo y Costilla la noche del grito de dolores, luchaste hombro a hombro de tu gente con lo poco que tenían para defenderse. Tu muerte y la muerte de tus compañeros no será en vano. ¡Son nuestros héroes!”.
Esa misma noche se empezó a propagar un miedo que no se ha ido. A las 21.51, una llamada alertó a emergencias de la posibilidad de que 30 miembros del cartel estuvieran reagrupándose para iniciar un ataque contra la población. Cervantes ha dicho que no se encontró “situación de riesgo”, pero en la zona se han desplegado 600 integrantes de la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) y la Guardia Nacional.
Los vecinos están avisando de que el cartel está tratando de encontrar a quienes se rebelaron y mataron a 10 de sus integrantes. “Obviamente hay Guardia Nacional, Ejército, Policía Estatal, pero en las brechas están ellos, no se van a ir hasta que den con los ‘culpables’ y, lo peor del caso, es que ya no ven si fue una familia u otra, ya es la comunidad entera, que nos rebelamos y ahora tenemos miedo, la realidad es que vivimos con miedo, temor a que nos sigan persiguiendo”, dijo al periódico Reforma una persona que pidió omitir su nombre.
En los grupos de redes sociales, algunos habitantes de Texcaltitlán mencionan la opción de organizarse, como ya ocurre en Estados como Guerrero, para hacer frente a las amenazas del crimen. Sin embargo, la gobernadora del Estado de México, Delfina Gómez, que ha visitado el municipio este lunes, ha negado que eso vaya a suceder. La mandataria ya dijo el fin de semana que no se va a abandonar a la localidad: “Solicito la presencia permanente de las fuerzas federales en la región. Al sur del Estado de México, les digo: no están solos, estamos con ustedes”.
Mientras, Texcaltitlán se asemeja a un pueblo fantasma. Comercios cerrados, familias que han dejado su casa hasta que la situación vuelva a tranquilizarse. Y, en el campo de fútbol, todavía este lunes quedaba la sangre.
Con informción de: El Pais