A pesar de que Chiapas fue, en 1991, el epicentro de la primera erradicación en la historia del gusano barrenador del ganado, hoy la entidad enfrenta nuevamente una fuerte presencia de esta plaga, convirtiéndose en la región con más casos en todo el país.
Tras más de tres décadas libre del parásito, México vuelve a enfrentar un brote que ha afectado principalmente al sur del país y que incluso provocó que Estados Unidos cerrara su frontera a las exportaciones de bovinos provenientes de zonas infectadas.
Ante la emergencia, el gobierno federal decidió rehabilitar la antigua planta de producción de moscas estériles en Metapa de Domínguez, considerada el método más efectivo para controlar la plaga.
No obstante, será hasta julio de 2026 cuando entre en operación un nuevo complejo, descrito como “el más moderno del mundo”, resultado de una inversión conjunta entre México y Estados Unidos por 51 millones de dólares.
De acuerdo con el Servicio Nacional de Sanidad, Inocuidad y Calidad Agroalimentaria (Senasica), hasta octubre de este año se han confirmado 237 casos activos en Chiapas, además de más de cuatro mil registros acumulados en menos de un año.
El problema no se limita al ganado: en las últimas semanas se han detectado seis nuevos casos de miasis en humanos, elevando a 55 las personas infectadas por la mosca Cochliomyia hominivorax, transmisora del gusano barrenador.
Como parte de una estrategia inédita en el sur del país, el gobierno federal libera cada semana 100 millones de moscas estériles para frenar la propagación del parásito que afecta tanto a animales como a personas.
A diez meses del resurgimiento del brote, Chiapas sigue representando uno de los mayores desafíos sanitarios del país, con una plaga que amenaza no solo la ganadería, sino también la salud pública y la economía regional.