La trayectoria de María Corina Machado, por años solicitante de una intervención militar en su país, dista mucho de los postulados del Premio Nobel de la Paz.
La distinción de la dirigente antichavista María Corina Machado con el Premio Nobel de la Paz 2025 ha generado controversia. Y es que según el Testamento de Alfred Nobel, su creador, el galardón debería ser otorgado “a quienes durante el año precedente hayan trabajado más o mejor en favor de la fraternidad entre las naciones, la abolición o reducción de los ejércitos existentes y la celebración y promoción de acuerdos de paz”. Pero la trayectoria de Machado hace al menos forzada su correspondencia con tal enunciado.
María Corina Machado Parisca es una de las figuras del ala más conservadora y extremista de la oposición venezolana. Durante años, tuvo escaso peso dentro de las sucesivas coaliciones de partidos que han tratado por distintos medios de poner fin a la Revolución Bolivariana desde 1999.
En 2024 adquirió relevancia en el escenario político venezolano ante el desierto y la dispersión dejados por los partidos opositores luego de fracasar con el plan de imponer un “gobierno paralelo” en la figura de Juan Guaidó entre 2019 y 2023.
Emergió como precandidata presidencial para las elecciones de julio de 2024 en unas primarias autogestionadas por un sector de la derecha venezolana, aun cuando ella había perdido derechos políticos al estar inhabilitada para ejercer cargos públicos por la Contraloría General de la República, de de Justicia ante una apelación interpuesta por ella misma. Esto la obligó a ceder su candidatura a Edmundo González, un exdiplomático poco conocido que finalmente perdió la elección frente a Nicolás Maduro.
Antes y después del proceso electoral, el gobierno denunció que el partido Vente Venezuela, con Machado a la cabeza, intentaba generar un ambiente de caos en el país mediante acciones de sabotaje y terrorismo, que desembocaron en manifestaciones violentas los días posteriores a los comicios presidenciales, en los que se atacaron edificios públicos y se provocaron incendios en varias ciudades.
Luego del anuncio del Comité Noruego del Nobel, Machado expresó en un comunicado que el premio es “un firme llamado para que la transición a la democracia en Venezuela se concrete de inmediato”. Con esta “transición” no se refiere a un proceso de diálogo político, sino a su confianza en que el gobierno de Estados Unidos concretará una agresión militar contra Venezuela a partir del despliegue de buques y aviones de guerra apostados en el Caribe sur desde el mes de agosto.
Esto lo confirman sus propias palabras durante una entrevista con el diario El País, de España, después del anuncio del Nobel: “Toda la gente que decía que no había que construir amenaza creíble, que no había que poner la fuerza por delante, pues fíjense todo lo que está ocurriendo”.
Esta ha sido la postura histórica de Machado durante años. Sistemáticamente, ha defendido el uso de “la fuerza” frente a métodos pacíficos y democráticos para lograr la meta del antichavismo: sacar a Maduro del poder.
En el año 2014, junto a Leopoldo López y Antonio Ledezma, planificó y promovió las movilizaciones violentas que buscaban hacer caer el gobierno de Maduro mediante quemas de calles, instituciones, asesinato de personas y ataques a regimientos militares.
El saldo de este episodio fue de 43 venezolanos asesinados y cientos de heridos. Este tipo de estrategia de violencia callejera, conocida en Venezuela como Guarimbas, se repitió en 2017, también bajo el impulso de Machado y otros aliados, con un saldo esta vez muy superior: alrededor de 150 muertes y miles de personas heridas.