De hecho, la entrada en escena de Trump y la oposición de la extrema derecha han venido a instalar una complicada dinámica en la negociación entre la Casa Blanca y los republicanos del Congreso sobre política migratoria y gestión de la frontera.
Algunos senadores esperaban tener ultimado ya esta semana un acuerdo que se tambalea por la presión que recibe el presidente de la Cámara de Representantes, Mike Johnson, por parte de Trump para exigir más concesiones de los demócratas y la Casa Blanca.
“No creo que debamos llegar a un acuerdo fronterizo, en absoluto, a menos que obtengamos TODO lo necesario para detener la INVASIÓN de millones y millones de personas”, publicó Trump en las redes sociales.
Esto, eso sí, no es nuevo. Es de hecho la habitual dinámica que siempre ha frustrado los intentos de aprobar una reforma integral con la que tratar de abordar la crisis migratoria.
Incluso en 2013, cuando los republicanos de la Cámara de Representantes intentaron culpar de la inmigración ilegal a un presidente demócrata y en 2018, cuando desde la Casa Blanca Trump ayudó a hundir otro esfuerzo bipartidista.
El camino para una legislación sobre migración se ve esta vez incluso más complicado por el hecho de tratarse de un año electoral en el que Trump una vez más ha hecho de la lucha contra la inmigración ilegal un foco central de su campaña.
A pesar de que Biden ha declarado estar dispuesto a hacer importantes concesiones a favor de los republicanos, los conservadores parecen insaciables, poniendo en riesgo no solo el acuerdo para aprobar legislación sobre inmigración y gestión de la frontera, sino el futuro de Ucrania en la guerra contra Rusia.
Biden presiona a los legisladores para que lleguen a un pacto. Durante una reunión en la Casa Blanca la semana pasada con líderes del Congreso para subrayarles cuán desesperadamente Ucrania necesita financiación, el presidente dijo que estaba listo para un “gran acuerdo en la frontera”.
El presidente tiene motivos para querer un acuerdo. El número histórico de migrantes que han llegado a la frontera de Estados Unidos con México durante el mandato de Biden se considera una de las mayores vulnerabilidades políticas en su campaña de reelección.
Durante las asambleas electorales republicanas de Iowa la semana pasada, que ganó Trump, la inmigración fue un tema principal. Una encuesta de AP VoteCast encontró que alrededor de 9 de cada 10 asistentes al caucus respaldaron la construcción de un muro a lo largo de la frontera entre Estados Unidos y México, y alrededor de 7 de cada 10 expresaron un fuerte apoyo a la idea.
A medida que los solicitantes de asilo han recorrido todo el país, a menudo en autobuses llenos hacia ciudades de tendencia demócrata como parte del programa del gobernador de Texas, Greg Abbott, han puesto a prueba los recursos y la tolerancia política de áreas que serán vitales para las posibilidades de reelección de Biden.
“Se ha llegado al punto en el que, en cierto modo, todo el mundo está contra la pared”, dijo el senador Michael Bennet, demócrata de Colorado. “No me refiero a cuestiones políticas, quiero decir, sustancialmente, estos son desafíos que el país no puede ignorar”, agregó.
Bennet estuvo acompañado en el Capitolio el jueves por el alcalde de Denver, Mike Johnston, un demócrata que dijo a los periodistas que la reciente afluencia de inmigrantes ha causado “una crisis humanitaria y una crisis fiscal como nada que se haya visto en los últimos 25 años”.
Los demócratas, divididos sobre endurecer la política migratoria
Si desde la extrema derecha critican la negociación por considerar que las medidas no son suficientemente duras, en las filas demócratas hay división por exactamente lo contrario.
Los legisladores progresistas e hispanos se oponen a cambios que endurezcan el proceso para solicitar asilo en Estados Unidos. Aún así, muchos demócratas dicen que la resistencia de Johnson al compromiso bipartidista muestra que los republicanos no se toman en serio la solución de los problemas en la frontera.
Con información de: Univisión