Con la sombra nacionalista, conservadora y xenófoba avanzando en Estados Unidos y con los discursos de odio racial incrementándose conforme se acercan las elecciones presidenciales de noviembre en el país norte y en junio en México, vuelve a surgir el debate sobre el fentanilo, el tráfico de sus precursores, el papel de los grupos del narcotráfico, su consumo y la crisis de opiáceos.
Los discursos más conservadores en Estados Unidos culpan de su crisis completamente a los grupos del crimen organizado mexicanos, a los que califican de “terroristas” y proponen una intervención armada en nuestro país para blindar a su población de las drogas.
Con un discurso más mesurado y haciendo énfasis en su crisis de salud y social, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, insiste en que la problemática se debe a que ellos son consumidores.
Para analizar el problema y definir posibles rutas de solución, el Senado de la República organizó el Foro Internacional sobre Fentanilo: Hacia una agenda de seguridad y salud desde una visión global, en el que especialistas de ambos países coincidieron en que la clave está en aceptar la corresponsabilidad y en la cooperación.
‘No son terroristas’
Para el doctor Jonathan Rosen, doctor en Estudios Internacionales por la Universidad de Miami y especialista en crimen organizado, pandillas, violencia y seguridad comenta que en el tema del trasiego, uso de drogas y la violencia que generan no existe una solución mágica y los criminales son oportunistas y están metidos en muchas actividades delictivas.
“En Estados Unidos hay un debate muy fuerte sobre si los narcotraficantes son terroristas, yo no lo creo. Los narcotraficantes necesitan al Estado, en cambio, los terroristas quieren acabar con el Estado. (…) El Cártel de Sinaloa no es ISIS y su objetivo principal es ganar dinero, son oportunistas y no quieren acabar con ningún país. Es claro que el problema ha sido la violencia y los cárteles compiten por el control”, explica.
Ante esta problemática, el especialista señala que para que haya soluciones Estados Unidos debe de aceptar su corresponsabilidad.
“¿Dónde está la demanda? Estados Unidos es el número uno en el mundo. En todas las drogas. Tenemos 330 millones de personas. Hay casi 8 mil millones en el mundo. Entonces tenemos una corresponsabilidad.
“Creo que el discurso de algunos senadores, por ejemplo, J.D. Vance, que sabe muy bien sobre la ley, quiere mandar tropas a México. Eso no va a pasar. El discurso en general de los republicanos ha sido más radical, están hablando de utilizar bombas y acabar con los territorios en México. Eso no va a pasar”, argumenta.
Finalmente, Jonathan Rosen recuerda los millones de dólares que ha gastado Estados Unidos en el combate a las drogas, sin resultados.
“Desde 1973 con la creación de la DEA, Estados Unidos ha gastado más de 1 billón dólares en la guerra contra las drogas. Y ahora las drogas son más puras, más disponibles dónde sea en Estados Unidos.
“Considero que debemos pensar un poco más en educación, prevención y en la crisis de salud mental. (…) En cuanto al discurso de Estados Unidos de que si México o China son culpables, debemos reflexionar, al final de cuentas, en que hay una corresponsabilidad”, concluye.
Para el doctor en Ciencias Políticas y Sociales e investigador en el Instituto de Investigaciones Estratégicas de la Armada de México, Mauricio Soto Rodríguez, los dos grupos del crimen organizado relacionados con el tráfico de fentanilo y quienes con su pugna ocasionan la violencia en el país, son el Cártel de Jalisco Nueva Generación y el Cártel de Sinaloa.
“Rivalizan, y son además los principales en lo que tiene que ver con el tráfico de fentanilo. Los demás no, los demás no lo hacen porque no tienen esa capacidad. Porque la cuestión del fentanilo es de comercio internacional, y ellos no tienen redes transnacionales tan grandes como sí el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Jalisco Nueva Generación”, comenta.
De acuerdo con el especialista los precursores del fentanilo llegan de China, Alemania e India a México por el Océano Pacífico y después se trasladan hacia las entidades fronterizas.
Con información de: Reporte Indigo